7/8/10

Sobre el Deseo de Control

En 1979, dos psicólogos norteamericanos de formación cognitivista, Jerry M. Burger y John L. Cooper, acuñaron el concepto de “deseo de control”, definiéndolo como un rasgo estable de personalidad que refleja hasta que punto las personas se encuentran motivadas para ejercer control sobre su entorno y sobre las actividades que realizan. Éste, como cualquier otro rasgo del psiquismo, podría manifestarse en mayor o menor medida en los distintos individuos y detentar ya sea por exceso o por defecto, niveles que escapan a lo habitual o a lo normal.

En principio, aquellos con elevado deseo de control –a partir de ahora DC-, prefieren tomar sus propias decisiones, hacen importantes esfuerzos para evitar su perdida y tienen generalmente una fuerte tendencia a ejercer el liderazgo dentro de sus grupos. Por el contrario, los individuos con baja aspiración de control tienden a evitar responsabilidades adicionales a las que asumen normalmente, prefieren realizar tareas que no les planteen mayores dificultades y prefieren a su vez, generalmente, que otros tomen las decisiones por ellos.

Para estudiar las diferencias entre ambos grupos, Burger y Cooper elaboraron un cuestionario que denominaron “Escala de Deseo de Control”; el mismo consiste en una encuesta de 20 ítems a través de la cual se le pide a la gente que ubique dentro de una escala de 1 a 7, su grado de acuerdo o de desacuerdo con enunciados relativos a distintas situaciones laborales, familiares, etc.; tales como “Prefiero un trabajo en el que pueda decidir sobre que es lo que se debe hacer y sobre cuando debe hacerse” o por el contrario, “Quisiera que se me diga claramente lo que tengo que hacer y lo que se espera de mi.” y “Me siento incomodo cuando no estoy presente en reuniones donde se discute algo que puede llegar a ser importante para mi futuro”, o bien “Creo que en la vida, parte de la sabiduría reside en saber esperar y ver cual es el rumbo que toman las cosas.”
Su utilidad se verifico en forma particular, en una mayor comprensión de los cuadros de indefensión aprendida, en el terreno de las adicciones, en el del juego compulsivo, en el de las relaciones pasionales, así como en el estudio de las fobias y de las depresiones reactivas –todos procesos y situaciones en los cuales se verifica una fuerte perdida o incapacidad de control sobre la propia conducta y sobre los estados emocionales-; así como en el terreno de los estudios sobre motivación y en el del cambio actitudinal.

La media del puntaje obtenido a través de esta prueba en diferentes grupos, pertenecientes a distintos medios, fue de 100 sobre un máximo posible de 140; y la escala demostró en testeos rigurosos, poseer propiedades psicométricas más que aceptables.

En otra investigación realizada en 1985 y destinada a profundizar en el tema, Burger estudio a través de 6 experimentos muy bien diseñados y repetidos multiplicidad de veces, las diferencias entre personas pertenecientes a grupos categorizados como con alto DC y con bajo DC, respecto a 4 importantes componentes de los intentos de logro: el nivel de aspiración, la respuesta a las dificultades, el grado de persistencia en el esfuerzo y el tipo de atribuciones efectuadas por las personas, respecto a los motivos de sus éxitos y de sus fracasos.

Se postulo que las personas con mayor DC evidenciarían los patrones de conducta que desarrollan aquellos acostumbrados a detentar buenos rendimientos y que altos índices de DC supondrían mayores niveles de aspiración en cuanto al nivel de desempeño, que aquellos que mostrarían personas con bajos índices de DC. Las personas con altos índices elegirían realizar tareas que impliquen para ellos un cierto desafío, pero tratarían de mantener a su vez niveles de aspiración realistas y alcanzables, pues rechazarían fuertemente la vivencia de perdida o de falta de control que implica para estos el mal desempeño o el fracaso; por lo que también se esforzarían más y serían a la vez más persistentes en sus intentos de logro; todo lo cual fue corroborado por los resultados obtenidos en el transcurso del tiempo.

La parte negativa de esta postura -cuando es excesiva-, es el riesgo de empecinarse en tareas demasiado difíciles o imposibles de realizar si es que falla el sopesamiento de las mismas, o a demorarse en ellas más allá de lo conveniente en la búsqueda de la perfección; además es frecuente que si estas personas se equivocan en ello y fracasan en sus intentos, desarrollen inhibiciones reactivas persistentes frente al tipo de actividad en que se mostraron incompetentes; para evitar así la probabilidad de nuevos fracasos debido al dolor narcisista que ello les provoca. Ante tales circunstancias también suelen desarrollar un estilo atribucional distorsionado, mediante el cual tienden a responsabilizar exageradamente de los éxitos a sus dotes personales, a la vez que justifican sus fracasos atribuyéndolos principalmente a causas externas e independientes de su voluntad; tales como el azar, la mala suerte, la interferencia de los otros; y/o a causas internas transitorias y circunstanciales, tales como la falta de interés que les despertó la actividad o el escaso nivel de esfuerzo que emplearon en la realización de la misma, etc.; para poder mantener así, una “Ilusión de Control” potencial, compatible con sus aspiraciones, con su imagen de sí mismos, con sus exigencias internas y/o con la imagen que pretenden tener frente a los demás.

Una exagerada voluntad de control, también puede llevarlos a tratar de abarcar más de lo que pueden y a no obtener los rendimientos esperados en ninguna de las actividades que realizan; a los riesgos del stress, a los riesgos de la hipertensión, a la irritación consigo mismos y con quienes le rodean, así como en ciertos casos, a los intentos de su manipulación; muchas veces a los autorreproches desmedidos, etc. A su vez, dado que el DC –casi como cualquier otro componente del psiquismo-, es en parte el resultante de múltiples fuerzas internas y ambientales que premian o castigan su manifestación, el mismo puede estar reprimido, inhibido por falta de capacidad, ser realista o imaginario, encontrar su refugio en la fantasía, estar desplazado al detalle, ser compensatorio de fracasos en otras áreas -quizás más importantes-, despertarse frente a ciertas circunstancias y en otras no, etc..

Existen muchas otras consecuencias postulables de los deseos de control desmedidos, tales como el mantener acotados los límites del propio mundo o las áreas de actividad, para poder mantener así el suficiente grado de control sobre las mismas, lo cual remite en forma directa a las denominadas “fobias sociales”, al temor angustioso frente a las relaciones intimas y en muchos casos, a la tendencia al aislamiento y a la búsqueda de la soledad.
No es que el DC sea el único y ni siquiera el principal factor determinante, por supuesto, en todos estos cuadros clínicos y situaciones –aunque en ciertos casos lo es-, sino que el mismo actúa generalmente como factor acompañante, precipitante y/o potenciador o inhibidor de otras tendencias y motivaciones internas. Desde un punto de vista teórico, uno puede ver el DC como una consecuencia de la motivación de logro, o bien como la causa de ella; pero también puede ver ambas cosas como dos subsistemas separados que se influencian mutuamente.
Si bien la noción de DC no es una panacea multi-explicativa, en el campo laboral, en el campo de la autoestima, en el de la angustia frente a la incertidumbre y respecto a temas familiares y relacionales en general; parece haberse demostrado como un concepto útil, cuyas manifestaciones deben ser medidas y consideradas en su interjuego con otras variables, tales como el nivel de desempeño, la capacidad personal, la autovaloración, las tendencias atributivas, la tolerancia a la frustración, etc.; así como a otras nociones de corte más psicoanalítico.

El concepto freudiano más cercano al de “deseo de control”, es con mucho el de “pulsión de dominio”, tendencia primaria de origen no sexual que Freud reconoce operante a partir de la primera infancia, y que se encuentra destinada inicialmente al control de las extremidades para el logro de la locomoción a través del uso voluntario de la musculatura estriada. Pulsión que solo luego, en el curso del desarrollo, se amalgama con la libido sexual y con las tendencias agresivas para la prosecución de otros fines y a la que Freud asigna un papel significativo en la génesis y en la dinámica de la neurosis obsesiva. La pulsión de dominio encuentra a su vez sus expresiones más intensas y más adentradas en lo psicopatológico, en el control, el dominio o el sojuzgamiento de los demás, tales como las que se verifican en ciertos cuadros de paranoia –como por ejemplo los celotípicos-, en ciertas formas de psicopatía y en ciertos tipos de perversión que implican manifestaciones intensas de sadismo.

 
Lic. Ramón Prieto

Agosto del 2010.

 
Ref. :

- Burger. Jerry M.: “Deseo de Control en Tareas que Implican Logros.” - Journal of Personality and Social Spychology, editado por la Sociedad Psicológica Norteamericana. - Año 1985. V.48, Nº 6, pags.1.520 -1.522.

- Laplanche J., Pontalis J. B.: “Diccionario de Psicoanálisis”. -Editorial Labor. 1981. Barcelona, España. Pag. 327.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen Blog, felicitaciones!!