27/11/09

Breve caracterización del concepto de Autoestima

Ningún hombre puede sentirse cómodo consigo mismo,
si no cuenta con su propia aprobación.

Mark Twain, 1906.


Por autoestima aludimos a un conjunto de creencias que las personas tienen sobre su propia valía. La misma, si es positiva y realista, constituye una gran protección contra las situaciones adversas de la vida.

El bienestar emocional esta siempre ligado a una moderada convicción en tal carácter positivo de uno mismo. Lo inverso es una pobre imagen de sí, caracterizada por el pesimismo, la desmoralización y síntomas más o menos tenues de ansiedad y depresión


Factores Principales

Dentro de ella tiene capital importancia la imagen que los demás tengan de nosotros; es decir, la autoestima tiene un fuerte componente social, pues el aprecio o el rechazo que uno provoca en la gente, es un espejo que nos devuelve una imagen válida de nosotros mismos, en si muy difícil y poco conveniente de ignorar.

Otro aspecto central de la autoestima es la noción de auto-eficacia. La convicción en la propia eficacia, puede ser definida como la confianza que una persona tiene en su capacidad de enfrentar las crisis y de resolver sus problemas, ya sea por sus propios medios o a través de su capacidad de obtener la ayuda de los demás.

Esta capacidad se vincula a su vez con la noción de resiliencia –o habilidad de resistir y de superar la adversidad en momentos difíciles-; lo cual se halla facilitado u obstaculizado por el hecho de contar o no, con lo que se denomina “apoyo social”. Esto es con contar o no, con la ayuda, la asistencia, esto es, con el apoyo emocional, económico o social de quienes nos rodean.

Un último factor importante que mencionaremos aquí por razones de espacio, pues podrían mencionarse muchos más; es la vivencia de tener o no suficiente grado de control sobre los aspectos importantes de nuestra vida. Es incompatible una autoestima positiva con la sensación de que todo lo que nos interesa esta agarrado con alfileres, que depende del azar o que depende exclusivamente de los demás.

Esto significa entre otras cosas que es muy difícil sostener un sentimiento positivo de nosotros mismos desde la pasividad, la complacencia y la inacción; o si dependemos demasiado y constantemente de los otros para conseguir o para solucionar cosas esenciales para nuestra existencia, o si en nuestra relación con la gente nos sentimos vulnerables, no respetados o desempeñando un papel subalterno que no queremos desempeñar, o ocupando una posición de inferioridad o de sometimiento frente a ellos.


Fuentes de la Autoestima
Si bien hay cosas que nos importan a todos, nadie sopesa o le asigna idéntica importancia a las mismas, que la que puede y de hecho le asigna otra persona a la hora de realizar su propia valoración. La cual digamos de paso que en ciertas ocasiones ésta se realiza a través de un acto de reflexión, pero que las más de la veces se produce en forma inconsciente y automática.
Para algunos su autoestima dependerá en mayor medida de su éxito o fracaso en los negocios o en el campo laboral; en otros de sus vínculos afectivos, en otros de sus rendimientos deportivos, para otros del cariño y del respeto que logre obtener de sus hijos, etc.; y en segunda instancia de tal o de cuales cosas y en tercera: de esto o de aquello. Cosa que además cambia y fluctúa dentro de una misma persona con el tiempo; existiendo básicamente personas que su satisfacción de sí, gira alrededor del logro de determinadas metas y en otras donde lo importante es la preservación de la propia seguridad, física, económica, afectiva o relacional. Es decir, existen al respecto casi tantas variantes y combinaciones posibles, como seres hay en el mundo.
Es deseable en cuanto a esto, que la fuente de nuestra autoestima no se base exclusivamente o desproporcionadamente en nuestra ubicación con respecto a un único tema, actividad o capacidad sobresaliente. Pues en tales casos nuestra imagen de nosotros mismos se hallara constantemente expuesta a las oscilaciones que le impongan los abatares y las vicisitudes de la vida a ese único factor preferencial. Son más estables y a su vez más armónicas, las imágenes de uno mismo que se nutren del desempeño que uno tenga y de su actitud y de sus logros en distintas áreas.
Por otro lado es decisivo para la posibilidad de sentirnos bien con nosotros mismos, que nuestro nivel de aspiración sea realista y que no nos exijamos lo imposible, pues sino estaremos siempre condenados al fracaso de antemano; y los fracasos en temas importantes para nuestra vida, tiene una tremenda importancia en la generación y en el reforzamiento de una autoestima negativa.
Preguntarse, -sobre todo si uno se esta sintiendo mal consigo mismo-; ¿En qué estoy cifrando, yo hoy día, mi sentido de auto-respeto y mi propia valoración?, es un ejercicio cada tanto necesario.
El problema es que esa pregunta inevitablemente nos lleva a otra que quizás sea la pregunta más difícil e incomoda -pero a su vez la más importante que nos podamos hacer cuando estamos desorientados-, y que es simplemente ¿Qué quiero?, ¿Qué es lo que quiero para mi vida realmente; tanto para el presente como para los próximos años?. Lo cual a su vez implica preguntarse, que es lo que estoy haciendo al respecto; para poder cambiar el rumbo, si es que eso se nos muestra necesario.
A veces sólo nos dedicamos a hacer lo que se supone que debemos o que tenemos que hacer; y casi sin darnos cuenta, dejamos de lado o postergamos indefinidamente aquellas cosas que son en realidad las únicas, que pueden llegar a hacernos felices y a darnos un sentimiento de realización personal. Cuidado, porque tarde o temprano lo vital que hay dentro de uno, buscara ajustar las cuentas, lograr compensaciones o tomarse su revancha.
Digo esto porque cuando se habla de culpa, generalmente se habla de la culpa frente a los demás, y casi nunca o nunca se habla de la culpa frente a sí mismo; siendo que esta, no sólo es uno de los sentimiento más fuertes, destructivos y negativos que podamos llegar a tener; sino y por definición, un sentimiento incompatible con una valoración satisfactoria de nosotros mismos.

Lic. Ramón Prieto.
Julio del 2009.

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